P: Si, como dices, los rituales son ejercicios fosilizados, y que la literatura o las prácticas sobreviven a su utilidad, ¿cómo explicas el por qué tanta gente las mantienen tan tenazmente? Seguramente deben de cumplir una función valiosa…
R: Que la gente quiera algo no significa que esa cosa sea buena para ellos, o incluso que esté cumpliendo una función de hecho útil o irremplazable.
Hay una historia acerca de esto, la cual ha resultado ser un remedio muy bueno contra el intento de extraer algo útil de algo inútil, o incluso dañino.
Había una vez un pueblerino que fue a un tenderete de comida para comprar un trozo de pan con berro dentro, que vendía un campesino. Apenas puso el pan en su boca, una rana saltó fuera y se acuclilló en el suelo. El pueblerino, que nunca antes había visto una rana, se agachó y la agarró. La rana croó: “¡Ghar-ghar!”.
“Con Ghar o sin ghar”, dijo el individuo, “tú vuelves dentro del pan. Al fin y al cabo, ¡pagué buen dinero por ti!”.
El buscador de la verdad